Sucker Punch es todo aquello que esperábamos, un deleite onanista visual y estético que Zack Snyder se ha dado el gustazo de rodar para dar rienda suelta a todas las frikadas que nos podamos imaginar en un cóctel de apabullantes imágenes preciosistas a ritmo de frenética música y versiones de algunos clásicos. Y es que si Snyder ha demostrado algo en su trayectoria como director, es que no le tiembla el pulso a la hora de crear escenarios de fantasía desmesurada donde la cámara lenta es su mejor aliado, pero el bueno de Snyder tiene problemas con la narrativa y con los personajes, algo que esta vez, al partir el guión de una idea original suya y no ser ni un remake ni una adaptación de comic, se hace aun más presente y palpable.
Sucker Punck da comienzo con un prólogo donde nos pone en situación y nos presenta al personaje principal de Baby Doll, nos cuenta como acaba llegando al hospital psiquiátrico a ritmo de Sweet Dreams, no es de extrañar entonces que el hospital tenga el nombre de Lennox, curioso homenaje. Esta introducción está muy bien rodada, pero apunta más a videoclip que a cine, siendo del todo inefectiva a la hora de hacernos simpatizar con el personaje y sufrir con ella, vamos, que no logra motivarnos.
Esta sensación nos acompañará a lo largo de todo el film, veremos a nuestras heroínas enfrentarse a Samuráis gigantes, nazis muertos, a un dragón gigante e incluso a un ejército de robots, todo con una técnica apabullante y unos planos en donde cada fotograma es prácticamente una postal, pero en donde en casi ningún momento sentiremos ningún tipo de pesar ni angustia por lo que sucede en la pantalla de manera tan perfectamente digitalizada.
Las chicas parecen tan capaces de hacer cualquier cosa que no llegamos a padecer por ellas en ningún momento, lo que hace que cuando llega el clímax final en donde se supone debería afectarnos más lo que sucede, uno no espera más que vuelva a salir la chica vestida de colegiada cachonda y se ponga a repartir mamporros a diestro y siniestro, y es que ya es tarde para ponerse entonces en plan emocional.
Snyder opta por dar esta vez el protagonismo casi absoluto a las chicas, justo al contrario que en 300, donde los torsos desnudos y las tabletas de chocolate de los guerreros ocupaban gran parte del metraje. Las protagonistas de Sucker Punch son chicas menudas y frágiles, nada de despampanantes y exuberantes mujeres llenas de curvas, sino que más bien son poca cosa, algo que se contradice luego con su destreza a la hora de repartir leña, por mi parte todo un acierto, sobre todo la elección de Emily Browning como protagonista, que es capaz de transmitir con esos ojazos cualquier cosa sin tener que abrir la boca, y Jena Malone, que clava su personaje como ya suele ser habitual en ella.
Sucker Punch es un película que no negaré he disfrutado como un bellaco con sus escenas imposibles y su mezcla de géneros tan dispares, desde el anime hasta la ciencia ficción pasando incluso por el señor de los anillos, pero se queda lejos de ser una gran película, Snyder ha tenido su film para recrearse y hacer seguramente todo aquello que le ha venido en gana plasmar en la pantalla, esperemos que con Superman sea capaz de lograr algo más o realmente tendremos un serio problema.
Gracias a: mas allá de orion
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