Todo comienza aquí. Para poder cumplir mi deseo… ¡Me esforzaré!
Un vuelo como de águila, una caída libre con la ciudad entera debajo. Ahora un parque, el trinar de la aves, pétalos por doquier y una jovencita, Hanato Kobato, humilde, emocionada, que anuncia para sí el inicio de la misión:
El pequeño can azul, Ioryogi, montado sobre la bolsa, mira con recelo. Es que no es su estilo ser animoso, mucho menos emotivo ni esas cosas mundanas. Sucede que Ioryogi no es humilde, para nada, porque está humillado y eventualmente sabremos por qué.
La relación entre Kobato y Ioryogi es peculiar. Son el ying y el yang, opuestos codependientes trabajando en equipo. En un lugar oscuro:
— Ioryogi [con cara diabólica]: Sabes que este es el mundo donde los humanos viven, ¿verdad?
— Kobato [segura de sí]: ¡Sí, lo sé!— Ioryogi [voz infernal]: Para que tu deseo se conceda o no, depende de todo tu esfuerzo aquí. ¿Sabes eso también?— Kobato [inocente-obediente]: Sí, por supuesto.— Ioryogi [hecho un demonio]: Si lo sabes, ¡entonces por qué te la tienes que pasar aquí todo el día!
El encuentro predestinado con Kiyokazu Fujimoto viene después. Y así comienza todo.
Kobato es creación de las mangakas CLAMP, primero en formato Manga y luego en un Anime de 24 episodios que corrió de 2009 a 2010. Fiel a otras obras de CLAMP, encontraremos en este Anime referencias cruzadas, personajes sencillos en apariencia pero que no lo son, rutinas humorísticas entre la inocente y el malhumorado, así como un final con varios giros argumentales que, en mi opinión, funcionan estupendamente.
Kobato fue una sopresa para mí. Rápidamente se convirtió en un manjar de situaciones graciosas con más de un personaje delicioso como Ginsel y Genko. Más aún, a diferencia de otras series de temática similar,Kobato alcanza una profundidad notable, porque Kobato es lucha, entusiasmo, valentía, inocencia, poder, humildad, sacrificio, entrega: la del que ama sin condiciones. No me parece poca cosa.
Creo que Kobato va más allá de ser un Anime de tono romántico-rosa-cursi, que algo tiene de ello, porque mirada entre líneas es un verdadero tesoro de espiritualidad.
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