martes, agosto 24, 2010
M. Night Shyamalan es uno de los directores más interesantes que ha emergido en Hollywood durante la última década. Tras un par de producciones menores, obtuvo un sonado éxito mundial con El sexto sentido (1999), el thriller sobrenatural protagonizado por Bruce Willis y Haley Joel Osment. Esta película obtuvo el apoyo unánime de la crítica y el público, por lo que muchos empezaron a fijarse en la trayectoria de este director de origen indio. En el año 2000 llegaría El protegido, una cinta intensa y dramática que giraba alrededor de un hombre literalmente irrompible, es decir, con una salud perfecta. Acto seguido Shyamalan realizó Señales (2002), en la que nos muestra el encuentro entre los seres humanos y una raza alienígena; El Bosque (2004), donde nos presenta a una particular comunidad rural que vive acechada por monstruos; La joven del agua (2006), una bella fábula sobre una ninfa acuática; y El incidente (2008), film en el que la humanidad se enfrenta a una terrible e inexplicable catástrofe.
Todas estas películas conforman una trayectoria homogénea en la que Shyamalan ha ido desarrollando su estilo como cineasta, no sólo a nivel temático sino a nivel visual y narrativo. El universo creativo de Shyamalan está repleto de personajes en crisis que buscan su lugar en el mundo, que no saben adaptarse y que sufren por problemas familiares. Del mismo modo, resulta fascinante el modo en que este director combina las tramas personales y realistas con toques sobrenaturales y fantásticos. Así pues, este autor consigue mezclar exitosamente dramas familiares con fantasmas, superhéroes, extraterrestres, monstruos o ninfas. En cuanto al aspecto audiovisual, la cinematografía de M. Night Shyamalan se caracteriza por la precisión milimétrica con la que mueve la cámara y sus largos planos repletos de contenido en los que con apenas una panorámica o un movimiento consigue desvelar pequeños detalles esenciales para comprender a los personajes. Shyamalan sabe utilizar la cámara como si de una pluma se tratara, escribiendo imágenes cargadas de sentido que componen secuencias memorables. Esos pequeños toques de maestría cinematográfica salpican todas sus películas y vienen a ser la marca de su autoría.
Resulta de lo más curioso observar cómo ha ido evolucionando la apreciación de Shyamalan por parte de la crítica internacional y, sobre todo, por muchos de los usuarios de Internet que creen que por puntuar una película en IMDB o Filmaffinity sus opiniones son válidas. Así pues, mientras que los primeros films de Shyamalan cosecharon grandes elogios, sus últimas obras (El Bosque, La joven del agua y El incidente) han sido dura e injustamente criticadas por un sector de seudo-críticos que no quiere o no sabe entender la evolución de este cineasta. Esta persecución mediática que Shyamalan ha sufrido durante los últimos años ha alcanzado su cénit con su última película, Airbender, El Último Guerrero.
A todas luces, Airbender es una producción peculiar en la trayectoria de Shyamalan. A pesar de que el guión es suyo, es la primera vez que el cineasta trabaja con un material ajeno, puesto que la película se basa en una serie de animación norteamericana. La serie, titulada Avatar, The Last Airbender, consta de tres temporadas y ha sido creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. Esta producción parece imbuida de muchas influencias asiáticas que van desde las artes marciales chinas hasta un estilo visual inspirado en el anime japonés. Del mismo modo, se trata del proyecto más ambicioso de Shyamalan y para el que ha contado con un mayor presupuesto. En un principio, la idea es desarrollar una trilogía cinematográfica que adapte cada una de las temporadas de la serie en una película.
La historia de Airbender, El Último Guerrero se desarrolla en un mundo fantástico dividido en cuatro naciones, cada una de ellas vinculada a un elemento natural. Así, tenemos la Nación del Fuego, la Nación del Agua, la Nación del Aire y la Nación de la Tierra. En cada una de estas naciones existen maestros de sus respectivos elementos que pueden dominar el agua, el fuego, la tierra o el aire a partir de ciertos movimientos. Además, en cada generación nace un Avatar, es decir, una persona capaz de manipular todos y cada uno de los elementos. El protagonista de la película de Shyamalan es precisamente este Avatar, un niño de unos diez años llamado Aang que, por un accidente, ha estado casi cien años congelado en un mar de hielo. Un par de hermanos de la Nación del Agua encuentran a Aang por casualidad y deciden acompañarlo en su viaje. Pronto Aang descubrirá que la Nación del Fuego ha iniciado una campaña de conquista de las otras naciones y que ha eliminado a todos los Maestros del Viento mientras buscaban al Avatar. Con la misión de restaurar el equilibrio entre las naciones y los elementos, Aang viajará para ayudar a todo aquel que lo necesite.
A grandes rasgos, esta es la premisa argumental de la película. Estoy seguro de que la gran mayoría de las críticas negativas que ha cosechado el film de M. Night Shyamalan provienen de los seguidores de la serie de animación, que habrán asistido horrorizados a las supresiones y cambios que el director ha realizado respecto al material base. Pero aquellos que, como yo, no hayan tenido ningún encuentro previo con la historia de Airbender, El Último Guerrero encontrarán una historia sencilla y poco profunda en la que se plantean temas universales de la fantasía como el elegido que debe salvar el mundo, el aprendizaje del héroe, la persecución por parte de los enemigos y la gran batalla final. Como vemos, la película se mueve en un nivel bastante superficial y los personajes están muy poco elaborados, pues representan más bien arquetipos universales. Además, el ritmo del film es ciertamente irregular puesto que resulta demasiado acelerado. En su intento por abarcar mucho contenido, Shyamalan termina ofreciendo una serie de secuencias que en muchos casos resultan inconexas y algo forzadas. La narrativa fluida, la construcción de ambientes y la sutileza propias de la obra de Shyamalan quedan ensombrecidas en esta adaptación. Probablemente, con media hora más de metraje, la película hubiera ganado en profundidad y hubiera resultado más redonda. Aun así, resulta una aventura fantástica de lo más entretenida.
Y es que el punto fuerte de Airbender, El Último Guerrero no está en su historia sino en su realización técnica. Los efectos especiales que recrean los ataques mágicos de fuego, agua, tierra y viento son espectaculares, tremendamente realistas y vistosos. Del mismo modo, los paisajes y las localizaciones también presentan una gran belleza, en concreto, la Aldea del Norte del Agua, donde tiene lugar la batalla final. Un aspecto de lo más interesante son las coreografías de los personajes puesto que en este mundo ficticio el control mágico de los elementos no se produce a través de las palabras o de los objetos mágicos, sino de los movimientos del invocador. Por ello, la película está repleta de coreografías y movimientos extraídos de las artes marciales. Hay que destacar varios momentos del film en los que la técnica de Shyamalan, la vistosidad de los combates y la magia de los efectos especiales consiguen crear escenas memorables. Shyamalan utiliza en un par de ocasiones largos planos secuencia en los que Aang, el protagonista, lucha contra sus rivales sin que ningún corte interrumpa la acción. Esta fluidez hace que las batallas sean todavía más espectaculares si cabe. Del mismo hay que destacar la banda sonora de James Newton Howard, habitual colaborador de Shyamalan, que en esta ocasión nos brinda melodías intensas y poderosas que acompañan muy bien a las escenas de acción.
En cuanto al elenco, la película cuenta con el debutante Noah Ringer en el papel del protagonista. Este chiquillo de cabeza rapada resulta natural en su interpretación si bien es cierto que el cuestionable doblaje al español hace que resulte algo repelente hasta que uno se acostumbra. Shyamalan ha utilizado un reparto de caras poco conocidas entre las que destaca Dev Patel, el actor de Slumdog Millionaire. Patel interpreta al Príncipe Zuko, que ha sido expulsado de su reino hasta que consiga atrapar al Avatar. Nicola Peltz y Jackson Rathbone dan vida a los dos hermanos de la tribu del agua que acompañan a Aang en su periplo mientras que Seychelle Gabriel interpreta a la Princesa Yue, dirigente de la Alda del Agua del Norte. En el papel de los rivales encontramos a Aasif Mandhvi como el Comandante Zhao y Cliff Curtis como Lord Ozai, ambos de la Nación del Fuego.
Airbender, El Último Guerrero ha sido duramente criticada por los fans de la serie original y los detractores de Shyamalan. Sin embargo, obcecados en su fanatismo e intransigencia, estas personas parecen incapaces de ver los logros de la película. No nos encontramos ante ninguna obra maestra del género fantástico pero sí que se trata de un film entretenido, bien hecho, con algunas secuencias muy espectaculares que, si bien tiene problemas con el ritmo y puede resultar algo superficial, agradará a los seguidores de la fantasía. La mezcla de magia, combates, artes marciales y la pericia de Shyamalan convierten a Airbender, El Último Guerrero en una película que se ve con facilidad y que probablemente haga las delicias de los más pequeños.
Todas estas películas conforman una trayectoria homogénea en la que Shyamalan ha ido desarrollando su estilo como cineasta, no sólo a nivel temático sino a nivel visual y narrativo. El universo creativo de Shyamalan está repleto de personajes en crisis que buscan su lugar en el mundo, que no saben adaptarse y que sufren por problemas familiares. Del mismo modo, resulta fascinante el modo en que este director combina las tramas personales y realistas con toques sobrenaturales y fantásticos. Así pues, este autor consigue mezclar exitosamente dramas familiares con fantasmas, superhéroes, extraterrestres, monstruos o ninfas. En cuanto al aspecto audiovisual, la cinematografía de M. Night Shyamalan se caracteriza por la precisión milimétrica con la que mueve la cámara y sus largos planos repletos de contenido en los que con apenas una panorámica o un movimiento consigue desvelar pequeños detalles esenciales para comprender a los personajes. Shyamalan sabe utilizar la cámara como si de una pluma se tratara, escribiendo imágenes cargadas de sentido que componen secuencias memorables. Esos pequeños toques de maestría cinematográfica salpican todas sus películas y vienen a ser la marca de su autoría.
Resulta de lo más curioso observar cómo ha ido evolucionando la apreciación de Shyamalan por parte de la crítica internacional y, sobre todo, por muchos de los usuarios de Internet que creen que por puntuar una película en IMDB o Filmaffinity sus opiniones son válidas. Así pues, mientras que los primeros films de Shyamalan cosecharon grandes elogios, sus últimas obras (El Bosque, La joven del agua y El incidente) han sido dura e injustamente criticadas por un sector de seudo-críticos que no quiere o no sabe entender la evolución de este cineasta. Esta persecución mediática que Shyamalan ha sufrido durante los últimos años ha alcanzado su cénit con su última película, Airbender, El Último Guerrero.
A todas luces, Airbender es una producción peculiar en la trayectoria de Shyamalan. A pesar de que el guión es suyo, es la primera vez que el cineasta trabaja con un material ajeno, puesto que la película se basa en una serie de animación norteamericana. La serie, titulada Avatar, The Last Airbender, consta de tres temporadas y ha sido creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. Esta producción parece imbuida de muchas influencias asiáticas que van desde las artes marciales chinas hasta un estilo visual inspirado en el anime japonés. Del mismo modo, se trata del proyecto más ambicioso de Shyamalan y para el que ha contado con un mayor presupuesto. En un principio, la idea es desarrollar una trilogía cinematográfica que adapte cada una de las temporadas de la serie en una película.
La historia de Airbender, El Último Guerrero se desarrolla en un mundo fantástico dividido en cuatro naciones, cada una de ellas vinculada a un elemento natural. Así, tenemos la Nación del Fuego, la Nación del Agua, la Nación del Aire y la Nación de la Tierra. En cada una de estas naciones existen maestros de sus respectivos elementos que pueden dominar el agua, el fuego, la tierra o el aire a partir de ciertos movimientos. Además, en cada generación nace un Avatar, es decir, una persona capaz de manipular todos y cada uno de los elementos. El protagonista de la película de Shyamalan es precisamente este Avatar, un niño de unos diez años llamado Aang que, por un accidente, ha estado casi cien años congelado en un mar de hielo. Un par de hermanos de la Nación del Agua encuentran a Aang por casualidad y deciden acompañarlo en su viaje. Pronto Aang descubrirá que la Nación del Fuego ha iniciado una campaña de conquista de las otras naciones y que ha eliminado a todos los Maestros del Viento mientras buscaban al Avatar. Con la misión de restaurar el equilibrio entre las naciones y los elementos, Aang viajará para ayudar a todo aquel que lo necesite.
A grandes rasgos, esta es la premisa argumental de la película. Estoy seguro de que la gran mayoría de las críticas negativas que ha cosechado el film de M. Night Shyamalan provienen de los seguidores de la serie de animación, que habrán asistido horrorizados a las supresiones y cambios que el director ha realizado respecto al material base. Pero aquellos que, como yo, no hayan tenido ningún encuentro previo con la historia de Airbender, El Último Guerrero encontrarán una historia sencilla y poco profunda en la que se plantean temas universales de la fantasía como el elegido que debe salvar el mundo, el aprendizaje del héroe, la persecución por parte de los enemigos y la gran batalla final. Como vemos, la película se mueve en un nivel bastante superficial y los personajes están muy poco elaborados, pues representan más bien arquetipos universales. Además, el ritmo del film es ciertamente irregular puesto que resulta demasiado acelerado. En su intento por abarcar mucho contenido, Shyamalan termina ofreciendo una serie de secuencias que en muchos casos resultan inconexas y algo forzadas. La narrativa fluida, la construcción de ambientes y la sutileza propias de la obra de Shyamalan quedan ensombrecidas en esta adaptación. Probablemente, con media hora más de metraje, la película hubiera ganado en profundidad y hubiera resultado más redonda. Aun así, resulta una aventura fantástica de lo más entretenida.
Y es que el punto fuerte de Airbender, El Último Guerrero no está en su historia sino en su realización técnica. Los efectos especiales que recrean los ataques mágicos de fuego, agua, tierra y viento son espectaculares, tremendamente realistas y vistosos. Del mismo modo, los paisajes y las localizaciones también presentan una gran belleza, en concreto, la Aldea del Norte del Agua, donde tiene lugar la batalla final. Un aspecto de lo más interesante son las coreografías de los personajes puesto que en este mundo ficticio el control mágico de los elementos no se produce a través de las palabras o de los objetos mágicos, sino de los movimientos del invocador. Por ello, la película está repleta de coreografías y movimientos extraídos de las artes marciales. Hay que destacar varios momentos del film en los que la técnica de Shyamalan, la vistosidad de los combates y la magia de los efectos especiales consiguen crear escenas memorables. Shyamalan utiliza en un par de ocasiones largos planos secuencia en los que Aang, el protagonista, lucha contra sus rivales sin que ningún corte interrumpa la acción. Esta fluidez hace que las batallas sean todavía más espectaculares si cabe. Del mismo hay que destacar la banda sonora de James Newton Howard, habitual colaborador de Shyamalan, que en esta ocasión nos brinda melodías intensas y poderosas que acompañan muy bien a las escenas de acción.
En cuanto al elenco, la película cuenta con el debutante Noah Ringer en el papel del protagonista. Este chiquillo de cabeza rapada resulta natural en su interpretación si bien es cierto que el cuestionable doblaje al español hace que resulte algo repelente hasta que uno se acostumbra. Shyamalan ha utilizado un reparto de caras poco conocidas entre las que destaca Dev Patel, el actor de Slumdog Millionaire. Patel interpreta al Príncipe Zuko, que ha sido expulsado de su reino hasta que consiga atrapar al Avatar. Nicola Peltz y Jackson Rathbone dan vida a los dos hermanos de la tribu del agua que acompañan a Aang en su periplo mientras que Seychelle Gabriel interpreta a la Princesa Yue, dirigente de la Alda del Agua del Norte. En el papel de los rivales encontramos a Aasif Mandhvi como el Comandante Zhao y Cliff Curtis como Lord Ozai, ambos de la Nación del Fuego.
Airbender, El Último Guerrero ha sido duramente criticada por los fans de la serie original y los detractores de Shyamalan. Sin embargo, obcecados en su fanatismo e intransigencia, estas personas parecen incapaces de ver los logros de la película. No nos encontramos ante ninguna obra maestra del género fantástico pero sí que se trata de un film entretenido, bien hecho, con algunas secuencias muy espectaculares que, si bien tiene problemas con el ritmo y puede resultar algo superficial, agradará a los seguidores de la fantasía. La mezcla de magia, combates, artes marciales y la pericia de Shyamalan convierten a Airbender, El Último Guerrero en una película que se ve con facilidad y que probablemente haga las delicias de los más pequeños.
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